Si tu perro tiene un megaesófago, mostrará regurgitación después de comer, normalmente de inmediato o más tarde. A diferencia de los vómitos, done el bolo alimenticio se expulsa activamente, con la regurgitación la comida refluye pasivamente desde el esófago o el estómago.
Además, los perros suelen presentar una mayor salivación o problemas con la ingesta de alimentos.
Aunque a veces se observan otros síntomas, como tos y debilidad, muchos perros tienen un buen estado de salud al inicio de la enfermedad.
Problemas con el avance de la enfermedad
Si tu perro no es capaz de ingerir suficiente comida por culpa del megaesófago, irá perdiendo peso gradualmente.
Además, si aspira trozos de comida por accidente, esto puede provocarle una neumonía por aspiración. Esta grave forma de neumonía se manifiesta con fiebre y tos, entre otras cosas.
Aparición temporal de los síntomas
Si el megaesófago canino es congénito, los síntomas aparecen en el cachorro, a menudo durante la fase del destete. Si la enfermedad se desarrolla más tarde, los síntomas en perros adultos se presentan paulatinamente.
¿Cuándo hay que ir al veterinario?
Todos los síntomas de enfermedad son un motivo para acudir al veterinario. En general, una visita a tiempo ofrece un mejor pronóstico del tratamiento.
Si se sospecha de megaesófago en perros, no hay que perder tiempo porque la enfermedad puede tener graves consecuencias. Además, es importante tratar la enfermedad subyacente lo antes posible y de manera correcta.