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El verano siempre es época de mosquitos. Estos chupasangres no solo sacan de quicio a los perros, sino que también les transmiten enfermedades peligrosas, como la leishmaniasis.
¡Por fin, vacaciones! Pero las ganas de disfrutar de largos paseos por la playa y suaves tardes veraniegas se les quitan rápidamente a los cuidadores cuando oyen hablar por primera vez de la temida leishmaniasis. En este artículo aprenderás todo lo que hay que saber sobre esta enfermedad.
¿Hasta qué punto es peligrosa la leishmaniasis canina?
Desgraciadamente, la leishmaniasis es una enfermedad grave que, si no se trata, mata al perro en cuestión de doce meses.
Cuanto antes se detecte la infección, mejores son las opciones para el perro afectado. Sin embargo, la leishmaniasis no tiene cura. No obstante, con una terapia correcta (de por vida), el perro puede vivir una vida larga y feliz.
Síntomas: ¿cuáles son los signos más importantes?
Lo peligroso de la leishmaniasis es el largo tiempo de incubación. Los primeros síntomas a veces no son visibles hasta años después de la infección con el patógeno Leishmania infantum. Además, hay numerosas cepas de Leishmania que conducen a distintas manifestaciones y cuadros clínicos.
Los síntomas más importantes son:
Apatía y cojera
Pérdida de peso
Diarrea
Puntos escamosos en la piel (sobre todo, en las orejas y alrededor de los ojos)
Fiebre (en accesos)
Falta de apetito
Caída de pelo
Enfermedades oculares
Crecimiento de las uñas desmesurado
Diagnóstico: ¿cómo se detecta la leishmaniasis?
El éxito del tratamiento contra la leishmaniasis en perros depende principalmente del diagnóstico precoz de la enfermedad. Si tu perro muestra los síntomas antes mencionados, llévalo al veterinario lo antes posible.
Si, después de plantearle preguntas al cuidador y hacerle un chequeo general al perro, el veterinario sospecha de leishmaniasis, le realizará un análisis de sangre para detectar el patógeno.
Importante: Los animales procedentes de países del sur deben someterse a exámenes profilácticos de leishmaniasis. Así, se puede detectar y tratar una posible infección a tiempo.
Terapia: ¿qué tratamientos existen?
Si el veterinario le ha diagnosticado leishmaniasis al perro, la terapia debe empezar lo antes posible. Esta se concentra principalmente en aliviar los síntomas reforzando las defensas o frenando el desarrollo de los patógenos.
Por desgracia, ninguno de los fármacos actuales ofrece una curación total de la enfermedad. Por eso, el perro debe medicarse inevitablemente de por vida con los principios activos correspondientes y los elevados costes asociados. Aunque los medicamentos no son excesivamente caros (una caja de alopurinol cuesta unos 20 euros), hay que administrárselos de por vida.
Desgraciadamente, los efectos secundarios de la medicación también son inevitables.
Estos son los fármacos más comunes para tratar la leishmaniasis en perros y sus efectos secundarios más frecuentes:
Medicamento
Efectos secundarios frecuentes
Glucantime
Desórdenes gastrointestinales e hinchazón dolorosa en el punto del pinchazo
Miltefosina
Desórdenes gastrointestinales
Alopurinol
Cálculos urinarios (litiasis urinaria)
Además, el veterinario puede recomendarte que le cambies la alimentación. Por ejemplo, con el principio activo alopurinol es aconsejable un pienso dietético bajo en proteínas.
Advertencia: elegir una comida dietética adecuada puede favorecer las funciones corporales naturales de tu peludo. Sin embargo, debes tener en cuenta que los alimentos dietéticos no pueden ni curar ni prevenir enfermedades. Además, siempre debes consultar a tu veterinario sobre cuál es la dieta más apropiada para tu mascota. En zooplus, puedes encontrar comida dietética especial.
Pronóstico: ¿cuáles son las probabilidades de curación?
Por desgracia, un perro afectado de leishmaniasis no se puede curar. El objetivo del tratamiento es aliviar los síntomas al máximo. Así, es posible que el perro viva una vida larga y feliz.
Sin embargo, si no se trata, la leishmaniasis puede tener consecuencias graves: los riñones se inflaman, lo que a menudo conduce a un fallo renal. Por eso, los animales afectados suelen morir a los doce meses aproximadamente.
Causas: ¿cómo se contagian los perros?
Los parásitos de puesta unicelulares Leishmania son los causantes de la leishmaniasis en perros. Generalmente, la transmiten mediante una picadura de los mosquitos flebótomos o psicódidos.
Estos mosquitos están presentes principalmente en la región mediterránea, particularmente en España, el sur de Francia, Italia, Grecia y Turquía. Sin embargo, el cambio climático ha provocado que los flebótomos se extiendan a regiones poco habituales para ellos. De hecho, se han descubierto flebótomos infectados en Suiza y el estado alemán Baden-Wurtemberg.
Tras la infección, los Leishmania anidan en células tisulares (macrófagos/fagocitos). Aquí, se reproducen y van atacando los ganglios linfáticos, el bazo, la médula, el hígado y otros órganos del animal.
Otras vías de transmisión
La leishmaniasis canina también puede transmitirse a través de transfusiones de sangre o por el contacto con un animal infectado. Sin embargo, esto solo es posible si el perro ya tenía una herida abierta y esta entra en contacto directo con úlceras o fístulas de perros enfermos.
Importante: La leishmaniasis también puede transmitirse a las personas a través de la picadura de un mosquito o por medio de un animal infectado. Los niños de menos de dos años y las personas inmunodeprimidas son las que corren mayor riesgo.
Prevención: ¿cómo se puede prevenir la leishmaniasis?
Si viajas a áreas de distribución de los flebótomos, debes proteger al perro contra las picaduras. Para ello existen varios antiparasitarios. Cuando los compres, asegúrate de que tengan efecto (sean repelentes) contra los flebótomos.
Dado que los flebótomos son muy activos en el crepúsculo y por la noche, conviene proteger la casa con mosquiteras. No es la solución más practicable, pero tiene una gran ventaja: tú también estarás mejor protegido contra estos parásitos chupasangres.
Vacuna contra la leishmaniasis
No hay una vacuna que prevenga la infección de leishmaniasis. Sin embargo, existe una vacuna desde 2011 que reduce considerablemente el riesgo de infectarse activamente y enfermar de leishmaniasis.
Antes de vacunar al perro, el veterinario debe descartar una infección de Leishmania no detectada. Si el resultado del análisis de sangre es negativo, se puede administrar la primera vacuna. A continuación, se debe repetir la vacunación dos veces más cada tres semanas y, después, anualmente.
Esta vacuna es una de las recomendadas para perros que viven en regiones donde los flebótomos son endémicos o que viajan a ellas regularmente.
Dado que la vacuna solo protege de una enfermedad grave, pero no de la infección en sí, la profilaxis más importante sigue siendo proteger al perro de las picaduras del mosquito.
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