Cuando volvemos de las vacaciones, a menudo parece que el gato esté enfadado.
Puede que te haya pasado alguna vez: vuelves de las vacaciones con todas las ganas del mundo de ver a tu minino. En cambio, el gato parece mosqueado y te da la espalda. Pero ¿puede estar un gato enfadado? Vamos a intentar responder a esta pregunta.
En general, los gatos son animales independientes a los que les gusta estar solos de vez en cuando. Sin embargo, después de unas vacaciones largas, muchos parecen ofendidos. En lugar de ir corriendo a la puerta para saludarnos, nos dan la espalda. Tampoco quieren que los acariciemos ni jugar con nosotros.
A veces incluso ignoran el abrelatas y evitan el contacto visual. Parece como si se estuvieran vengando por haberlos dejado tanto tiempo solos. Pero ¿realmente sienten rencor porque nos hemos ido de vacaciones y no nos hemos quedado con ellos?
¿Puede estar un gato enfadado después de las vacaciones?
Este presunto enfado es, en realidad, una expresión de inseguridad.
Cuando un gato le da la espalda a su cuidador, le está demostrando su inferioridad social. Esto lo explica el experto en gatos Desmond Morris en su libro Catwatching. El gato enfadado evita principalmente el contacto visual, comportamiento que también muestra cuando el cuidador le riñe.
El estrés de los cambios
Los gatos son animales de costumbres y son muy sensibles a los cambios. Una ausencia prolongada de su humano, ya sea por unas vacaciones, una hospitalización o un viaje de trabajo, supone un estrés enorme para ellos.
Aunque el vecino o el cuidador de gatos se ocupan de alimentarlos, bajo su punto de vista son extraños. ¿Acaso pueden confiar en ellos?
Cuando las personas de referencia correctas vuelven por fin, el piso huele raro al principio. Además, las maletas tienen un olor distinto. Todas estas cosas desconciertan a los gatos de forma duradera.
Gato enfadado: no existe tal cosa
Cuando un gato se encierra en sí mismo, está intentando procesar esta situación tan estresante. Puede que tarde un tiempo, pero en algún momento se olvidará del problema y todo volverá a la normalidad.
Así pues, no estamos hablando de un gato enfadado, al menos no en el sentido humano. No nos toma a mal que nos hayamos ido sin él. En realidad, en el momento de enfurruñarse está estresado por los cambios repentinos. Por eso, necesita algo de tiempo para recomponerse.
Estudio: ¿la duración de la separación influye?
Aún tenemos que responder a la pregunta sobre si la duración de la separación influye en el asunto. ¿Los gatos reaccionan diferente tras una ausencia breve que tras una larga? Esto es lo que quisieron averiguar tres investigadoras de una universidad sueca.
En su estudio seleccionaron catorce gatos cuyos cuidadores eran trabajadores activos. Así pues, los gatos estaban acostumbrados a estar solos durante muchas horas. En el experimento, el cuidador se ausentaba una vez durante media hora y otra vez durante cuatro horas.
Las reacciones de los gatos durante la ausencia fueron similares en ambos casos: tras una fase activa, se tumbaron y se tranquilizaron.
Diferencias en la duración del ronroneo
En cambio, a la hora de despedirse hubo claras diferencias: pasadas cuatro horas, los mininos ronronearon mucho más tiempo que después de la media hora.
Las científicas consideraron esto un indicio de que el cuidador desempeñaba un papel importante en su vida. También podría decirse que la alegría por el reencuentro después de cuatro horas fue mucho mayor que pasada media hora.
Este estudio demuestra que ya solo una diferencia de tres horas y media (media hora en comparación con cuatro horas) provoca un cambio de comportamiento.
Vacaciones: un largo tiempo de incertidumbre para el gato
En comparación con unas vacaciones de dos semanas, unas horas no son nada. Este estudio nos hace imaginar que una separación más larga tiene efectos más graves en el ánimo del gato.
Peor aún es que nosotros sabemos cuándo acaban las vacaciones y cuándo volvemos, pero el gato no.