Si las pupilas del gato tienen un tamaño diferente o los ojos se mueven incontrolados, podría tratarse de un ictus.
Si un gato se tambalea y se cae, enseguida pensamos en un ictus. Te explicamos cómo detectar los signos de un ictus en gatos y cómo se trata.
¿Los gatos pueden tener ictus?
Para responder a la pregunta sobre si los gatos pueden tener ictus, conviene definir la enfermedad. El Instituto Robert Koch la describe así:
«El término ictus designa una pérdida brusca de las funciones cerebrales. Es el término genérico para describir un daño agudo de áreas del cerebro que aparece por una oclusión vascular […] o por una hemorragia cerebral […]».
La literatura especializada actual apenas describe casos de accidente cerebrovascular en gatos. Sin embargo, existen parálisis que se asemejan al ictus.
¿Qué gatos son más propensos?
Los veterinarios suelen diagnosticar ictus en gatos de unos nueve años. Además, estos sufren a menudo una enfermedad subyacente, como cáncer o enfermedades renales.
Síntomas: ¿cómo se manifiesta?
Los primeros síntomas de un ictus en gatos son agudos, es decir, aparecen de repente. En función de la magnitud del episodio (p. ej., tamaño de la hemorragia u obstrucción) y de la parte afectada del cerebro, pueden observarse los fallos neurológicos siguientes:
- El gato tiene convulsiones y encorva el lomo.
- Las pupilas tienen diferente tamaño.
- El gato presenta parálisis o ataxia.
- Los ojos se mueven sin control.
- El gato pierde el
- El animal se queda ciego
- Inclina la cabeza de forma inusual.
- Pierde el equilibrio.
Diagnóstico: ¿cómo se detecta?
Si tu gato presenta trastornos neurológicos, no esperes más y llama al veterinario. Como hay muchas enfermedades que pueden provocar estos síntomas, como el síndrome vestibular, se requiere un examen exhaustivo.
Para acelerar la búsqueda de la causa, es importante que le des al veterinario toda la información importante. Pregúntate esto: ¿cuándo aparecieron los primeros síntomas? ¿El gato toma medicamentos? En caso afirmativo, ¿cuándo fue la última toma?
Otros exámenes
Después del chequeo general, el veterinario realiza otros exámenes. Estos incluyen análisis de sangre, orina y heces para detectar parásitos.
Además, se pueden hacer pruebas de imagen, como tomografías computarizadas o tomografías por resonancia magnética, para visualizar posibles alteraciones cerebrales.
Tratamiento del ictus en gatos
Si tu gato ha tenido un ictus, puedes tratarlo con terapias coadyuvantes como estas:
- Fisioterapia
- Oxigenoterapia: esta puede favorecer la curación del tejido cerebral.
- Administración de medicamentos para bajar la presión en el cráneo
- Medidas dietéticas
También es importante tratar la enfermedad subyacente que pueda haber causado el ictus en gatos. Solo así podrás protegerlo de otros daños a la larga.
Causas: ¿cuáles son desencadenantes?
El cerebro del gato depende de un aporte de sangre constante. Lo necesita para suministrar oxígeno y nutrientes a los órganos y para eliminar productos de desecho. Si la circulación sanguínea está afectada, puede producirse un ictus.
Existen dos tipos de accidente cerebrovascular en gatos:
Ictus hemorrágico
Si la pared de una arteria está dañada, las hemorragias resultantes en el cerebro provocan un ictus hemorrágico. La sangre presiona el tejido, ocasionando daños en la zona cerebral afectada.
Ictus isquémico
Si una arteria que irriga el cerebro se obstruye o se estrecha, se trata de un ictus isquémico. Este hace que no pueda llegar sangre al cerebro.
Pronóstico: ¿cuáles son las probabilidades de curación?
Debido a la falta de información, se sabe muy poco sobre el pronóstico de un ictus en gatos. Además, la valoración de las probabilidades de curación se dificulta porque hay factores importantes en juego, como la localización del daño cerebral o la enfermedad subyacente.
No obstante, cuanto antes lleves al gato al veterinario, mejor será el pronóstico.
Prevención: ¿se puede proteger a los gatos de un ictus?
No directamente. Sin embargo, con una alimentación equilibrada y suficiente ejercicio, puedes hacer que tenga una base saludable.
Además, llévalo a los chequeos rutinarios en el veterinario para detectar y tratar enfermedades a tiempo. Por otra parte, una buena gestión antiparasitaria (p. ej., análisis de heces o desparasitaciones regulares) contribuye a protegerlo de enfermedades.