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Los gatos tranquilos son compañeros estupendos para practicar yoga.
Cada vez más yoguis practican yoga en casa por las muchas ventajas que esto ofrece: no hay que desplazarse, puedes practicar a tu ritmo o las clases se hacen por internet con maestros de renombre. Pero los que tienen gato se preguntan: ¿cómo funciona el cat yoga, o yoga con gatos? ¡Te lo explicamos!
Movimientos garbosos, tensión corporal vigorosa y relajación total: lo que constituye el objetivo de muchos yoguis lo dominan los gatos al dedillo.
No es de extrañar que uno de los asanas (posturas) más famosos del yoga lleve su nombre. El asana marjaryasana se conoce en Europa como la postura del gato.
En el asana del gato, el yogui se pone a cuatro patas. Las muñecas se colocan a la altura de los hombros y las rodillas, a la de las caderas. Al espirar, el yogui arquea la espalda hacia arriba y presiona el mentón hacia el pecho.
Esto recuerda a la joroba que ponen muchos gatos cuando se estiran para desperezarse. La postura del gato está pensada para equilibrar y mantener flexibilidad de la columna. La posición contraria es la de la vaca, en la que la espalda baja en una lordosis controlada.
¿Quieres practicar yoga en casa y tienes un gato? ¡Estupendo! Muchos yoguis afirman que las vibraciones de los gatos son beneficiosas. Así pues, hay estudios de yoga que ofrecen yoga con gatos (cat yoga). Esto no significa que cada participante lleve a su gato al estudio. Al fin y al cabo, los maullidos de los gatos acabarían arruinando el clima de relajación.
En lugar de eso, un gato del estudio se pasea tranquilamente por la estancia. Observa con interés las posturas, se acuesta o hace de modelo de estiramientos o de relajación total.
El gato es el que decide según lo que le apetezca. Y es que, como no podía ser de otro modo, los gatos yoguis también van a su rollo.
Algunos gatos tranquilos pueden ayudarte con ciertas posturas como peso adicional. Asegúrate de que el gato no pueda caerse y de que esté cómodo. Como los gatos son yoguis que van por su cuenta, no podemos incluirlos activamente en los ejercicios.
De hecho, no tendría ningún sentido. Es cierto que los gatos pueden dominar la postura del perro boca abajo. Sin embargo, la cosa se complica con la del árbol y la de la paloma. Los gatos no necesitan el yoga para mantenerse flexibles. Su ágil cuerpecito les basta para cazar, retozar y trepar. No obstante, nos sirven de ejemplo perfecto de movimientos garbosos y flexibles.
¿Lo sabías? Joseph Pilates, fundador del método Pilates, estudió a los gatos y sus movimientos para inspirarse. ¿Quién sabe? A lo mejor a los antiguos yoguis les pasó algo similar cuando crearon la postura del gato.
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Los gatos jóvenes, en particular, sienten curiosidad cuando te estiras en posiciones raras en el suelo. De repente, ya no se puede hablar de movimientos delicados ni de relajación: el gato prefiere jugar con tus pies o clavar los dientes en la esterilla de yoga. ¿Qué puedes hacer? Nosotros te recomendamos que inspires, espires y te mantengas impasible.
No le prestes atención al gato. Pronto, sus intentos de desviar tu atención devendrán aburridos y podrás volver a concentrarte en los ejercicios.
Obviamente, el gato debe estar bien estimulado y no tener hambre cuando tú te estés relajando. Cuando el gato corre delante de tus pies mientras haces el saludo al sol o empieza a tirar las macetas del alféizar, este es un ejercicio de serenidad para cualquier yogui.
¿Puede que el gato esté aburrido? Los gatos que viven solos en el interior suelen tener mucha energía acumulada. Las salidas al exterior protegidas o un segundo gato con un carácter similar son buenas alternativas.
Ya sea enroscados o estirados, a los gatos les encanta hacer la siesta. Por eso, son compañeros de oficina ideales para los que trabajan en casa, siempre que estén bien educados. Si trabajas tecleando y cumpliendo plazos de entrega, la visión del gato enroscado te puede servir para recargar las pilas.
Esto también funciona con el yoga. Un gato ronroneando armoniza con los ejercicios de respiración humanos y ayuda a relajarse.
Esto funciona particularmente bien si le prestas poca atención al gato. Así pues, con el yoga puedes sacar a gatos tímidos o reservados de su cascarón. Además, con la meditación conjunta se refuerza el vínculo entre la persona y el gato.
Por cierto: hay música que nosotros consideramos relajante, pero que pone nerviosos a los gatos sensibles. Si practicas cat yoga con música, asegúrate de elegir una que le guste al gato. Por otra parte, algunos yoguis peludos se tienen que acostumbrar al ruido de los cuencos tibetanos.
¿Quieres practicar yoga en casa y que el gato esté presente? Aquí van nuestros consejos para un ejercicio relajante y armonioso:
Con un gato relajado en la habitación, disfrutarás de un compañero de ejercicio ideal. Esperamos que te lo pases muy bien practicando el cat yoga. ¡Namasté!
Los perros también son compañeros de yoga estupendos. Lee nuestro artículo sobre yoga para perros.
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